lunes, 24 de julio de 2023

Capítulos gratis de Acusada sin piedad

 Allegra Rici, la esposa de Francesco Romano, un famoso empresario italiano, ha sido acusada cruelmente de homicidio, ella tendrá que sortear cientos de dificultades para proteger el fruto de su vientre, a su pequeño hijo, del cual muy pocos conocen su existencia mientras su esposo la cree culpable.

Ven a descubrir esta historia de la valentía de una mujer que, siendo acusada sin piedad por un crimen que no cometió, será capaz de enfrentarlo todo. Un esposo engañado por las circunstancias, una mujer inocente que huye embarazada, una amiga incondicional, el exnovio eternamente enamorado y un policía sexi que lo descubrirá todo.

¿Crees que esta historia terminará como te imaginaste? Tal vez el final te sorprenda, no dejes de leerla solo en Buenovela.

Acusada sin piedad, novela completa.

Les regalo los primeros capítulos, pero pueden leerla completa en el siguiente enlace:


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CAPITULO 1 ACUSADA

 

— ¡Salud! ¡Salud! — Se escuchó el coro de voces al unísono acompañado del sonido de las copas al chocar.

La familia en pleno se encontraba en el gran salón de fiestas de la mansión Toscana de los Romano, con la presencia de una selecta compañía de amigos íntimos muy poderosos para celebrar el sexagésimo quinto cumpleaños del patriarca de la familia.

¡Salute e congratulazioni! — Alguien se acercó al cumpleañero para alabarlo — ¡Que la buena fortuna te siga sonriendo amigo Giorgio!

Allegra se sintió un poco abrumada, había estado trabajando todo el día con la decoradora y la planeadora de fiestas en cada detalle para que la celebración en honor de su suegro saliera impecable, digna del cumpleaños de un hombre tan importante y poderoso como él.

Desde su matrimonio con Francesco Romano, Allegra había hecho todo lo posible por ganarse a la familia, hacía poco tiempo que formaba parte de ella, apenas un año, pero todavía le era difícil congraciarse con algunos de los miembros de la familia.

Apuró el trago que tenía en su copa e inspiró profundamente.

—Cariño, voy a tomar aire al jardín, ¿Me acompañas?

Le dijo a Francesco pasando su mano por el hombro de su esposo en un gesto cariñoso.

—Ahora no Allegra, debo estar aquí con mi padre, además, hay algunos amigos importantes con los que me interesa conversar de cosas de hombres… ve tú.

Francesco parecía estar imbuido en la celebración y no prestó la menor atención a la petición de su mujer.

Allegra bajó la mirada, estaba decepcionada, había pensado que tal vez podrían tener un momento romántico allá afuera, pero Francesco no era un hombre cariñoso, tenía el temple de su padre y era firme en sus decisiones, ella entendió que nada lo movería de ahí, así que decidió salir a caminar por los terrenos de la mansión.

Cuando cruzó las enormes puertas francesas de vidrio que daban hacia fuera, su móvil sonó, ella deslizó la pantalla y encontró un mensaje.

— ¡Felicitaciones por tu nueva galería! Me alegra mucho saber que al fin vas a pensar un poco en ti, el arte siempre ha sido tu vida, ¡Y saber que ahora estarás en medio de lo que amas me contenta mucho!

Allegra sonrió, era una felicitación genuina de alguien a quien a pesar de las circunstancias le tenía mucho cariño. Luca había sido su novio en el colegio, y también durante los primeros años de la universidad, se conocían desde niños. Su amistad permanecía intacta a pesar de que sus vidas habían tomado rumbos diferentes.

—Gracias Luc, ¡Siempre eres un sol!

Tecleó de vuelta mientras se acercaba con la mirada en la pantalla hacia el área de la piscina tropezándose con alguien.

Al levantar la mirada se encontró con el rostro furibundo y desencajado de su cuñada.

Ginevra era la reciente viuda del hermano de Francesco, Enrico había fallecido en extrañas condiciones, le dio un infarto fulminante siendo un hombre joven y atlético, el médico no había tenido explicación para tal desgracia.

Enrico dejó a su esposa con un embarazo de un mes, ahora ya solo faltaban dos meses para que el bebé naciera, toda la familia lo esperaba con ansias.

— ¡Eres una cualquiera! — Gritó Ginevra levantando la mano y abofeteando a Allegra sin razón aparente.

— ¿Cuándo te darás cuenta de que no eres una verdadera Romano?

Debido al impacto del golpe Allegra dejó caer el móvil entre la jardinera y se quedó de piedra ante la reacción de su cuñada, ¿Qué diablos le estaba pasando?

— ¿No sé lo que te pasa Ginevra?, sé que no hemos tenido la mejor de las relaciones, pero eso no te da derecho a…

— ¿Derecho? ¿Me hablas de derecho? Has estado ganándote al viejo y dejándome a mí a un lado, ¿Crees que no me he dado cuenta de cómo lo miras y lo atiendes? ¿Y todo eso para qué?

Allegra no podía creer lo que estaba escuchando, ella creía que estaba ganándose al suegro con algún propósito personal, ¿Tal vez por su dinero? ¡Pero qué estupidez! Ella no necesitaba nada de eso, solo quería sentirse parte de la familia.

—No he hecho nada para ofenderte, ni siquiera después de lo que vi, no voy a juzgarte Ginevra, sé qué has pasado por mucho y solo quiero pensar que el dolor te nubló los sesos, ¡Pero no voy a permitir que hagas esto!

El rostro de Ginevra se transformó en ira pura.

— ¡No te atrevas a mencionar de nuevo lo que viste! No sabes nada, eres una pobre trepadora, ¡No tendrás lo que es mío!

— ¿Y qué es lo tuyo? ¿Crees que por ser la viuda de su hijo él te dará su fortuna?

—Te lo advierto Allegra, te hundiré hasta el fondo, ¡No te atrevas a decir una sola palabra de lo que vista a nadie!

Ginebra caminó hacia atrás hasta el borde de la piscina mientras seguía gritando.

—Ya verás de lo que soy capaz, ¡Esto será solo tu culpa! ¡Todos te odiarán y verás quien de las dos es la que gana!

Y acto seguido se dejó caer a la piscina con un ruido fuerte ante los ojos atónitos de Allegra que no podía entender como ella se había lanzado de esa forma golpeando su vientre contra el agua y poniendo en riesgo la vida del bebé. 

Pensó que tal vez estaría bajo los efectos del alcohol o algo más para hacer una cosa como esa.

Ginevra se hundió hasta el fondo y permaneció ahí sin regresar a la superficie, Allegra tardó una fracción de tiempo en reaccionar y en darse cuenta de que su cuñada efectivamente estaba inconsciente, así que sin pensarlo más se lanzó al agua para sacarla.

En el salón Francesco escuchó gritos que venían de afuera, toda la familia y algunos de los invitados oyeron como Fiorella Romano pedía ayuda.

— ¡Es mamá! — Advirtió el joven empresario mientras corría a ver lo que sucedía.

— ¡Mamá! ¿Qué sucede? — Preguntó alterado Francesco tomándola por los hombros, la mujer estaba visiblemente afectada.

— ¡Es Ginevra!, está en el fondo, Allegra intenta sacarla, pero no puede ¡Ayúdala hijo, que se ahoga!

Francesco se giró hacia el agua y efectivamente ambas mujeres estaban en el fondo, sin pensarlo dos veces, se lanzó a la alberca hundiéndose para sacar a Ginevra que estaba completamente desmayada, la tomó por la cintura y la llevó hasta el borde de la piscina, otro par de manos la tomaron y tiraron de ella hasta tenderla sobre el suelo.

— ¡Está inconsciente, Francesco! ¡Haz algo! — Gritaba urgida Fiorella.

Mientras tanto, Allegra había tragado mucha agua por tratar de sacar a su cuñada y luchaba por salir a flote, pero toda la atención estaba puesta sobre la mujer embarazada.

Al fin logró salir con dificultad, y haciendo grandes esfuerzos por poder respirar se arrastró hasta el borde y se tendió a un lado tratando de devolver el líquido que estaba en su interior.

Cuando buscó a su marido con la mirada lo vio con Ginevra en brazos corriendo en dirección del estacionamiento.

Todos los presentes estaban preocupados por lo que ocurriría con su concuñada y el bebé, Allegra solo esperaba que el pequeño sobreviviera.

La joven se puso de pie como pudo y subió a su habitación, necesitaba darse una ducha y descansar un poco, la cabeza le dolía como el demonio y la garganta le quemaba por la ingestión del agua clorada.

La impresión de ver a su cuñada atentar así contra sí misma y contra el bebé la habían dejado exhausta.

Se aseó y se recostó un rato mientras esperaba noticias, pero justo cuando estaba conciliando el sueño, alguien la tomó de los brazos y la sacó violentamente de la cama.

— ¡Ven conmigo! ¡Tienes mucho que explicar a la familia! ¿Cómo pudiste? ¡Nunca me imaginé que podrías ser tan cruel!

La voz grave y profunda de Francesco la despertó a los gritos.

— ¿Francesco? Amor, ¿Qué pasa? ¿Por qué me haces esto? ¡Francesco! — Allegra intentaba ponerse de pie, pero los fuertes brazos de su marido la llevaban a rastras del cabello por el pasillo y luego por la escalera.

La joven se sujetó con todas sus fuerzas del barandal, incorporándose lo mejor que pudo, pero en medio del forcejeo pisó mal un escalón y se resbaló rodando escaleras abajo como si fuera peso muerto.

Se golpeó muy fuerte en la cabeza, pudo sentir como un líquido caliente comenzó a cubrirle parte del rostro y cuando quiso levantarse un dolor agudo atravesó uno de sus tobillos impidiéndole apoyarse en ese pie.

Allegra hubiera querido gritar de dolor, pero lo que estaba sucediendo le causaba más temor que sus heridas.

¿Por qué estaba siendo tratada así? ¿Por qué su esposo le hacía esto delante de toda la familia y nadie hacía nada por detenerlo?

Por un momento la joven pensó que tal vez estaba soñando, que era una espantosa pesadilla, pero de nuevo quiso apoyar el pie y el dolor le demostró que era completamente real.

Don Giorgio Romano estaba sentado en una silla en medio del resto de la familia, todos la miraban con odio visceral, menos su suegra que parecía desconcertada con la escena en medio de su casa, la chica no podía comprender por qué.

— ¡Tú eres la culpable! — Ladró Giorgio levantando el dedo acusador sobre ella.

— Has hecho que perdiera la única esperanza de tener un descendiente de mi hijo fallecido, ¡Ahora eso nunca ocurrirá, y todo por tu ambición!

Allegra inclinó la cabeza ligeramente tratando de atar cabos, ¡No! ¡El bebé, el bebé había fallecido!, la joven se llevó una mano a la boca.

— ¡No! Suegro, ¡Le juro por Dios que no he hecho nada! Ella saltó al agua…

— ¡Calla! Sabíamos que dirías eso, Ginevra nos advirtió que mentirías para salvarte, sabemos que tú la empujaste, y que luego te lanzaste para asegurarte de que se hundiera, ¿Qué esperabas ganar con eso?

Las lágrimas rodaron por las mejillas de Allegra mezclándose con la sangre que manaba de su frente.

— ¡Le juro que no es cierto! Yo no lo hice, ¡Ni siquiera la toqué! Francesco, por favor, tienes que creerme, ¡Soy tu esposa!

Allegra suplicó, pero él solo desvió la mirada con desprecio.

—Francesco, no lo hice… no he hecho nada amor… — Sollozó, desesperada y llena de temor, sabía que su suegro era implacable, que si los Romano la creían culpable harían de su vida un infierno.

Amaba a su esposo, con todos sus defectos y su mal carácter, pero aun así había visto en él lo que nadie más, pero ahora… ¡Ahora todo se iría por el caño!

¿Acusada de homicidio? Nunca lo pensó, no podía ser real.

— ¡Arrodíllate! — Gritó Giorgio levantándose de la silla y acercándose con paso firme hasta ella.

— ¡Suplica, suplica por perdón, quiero que declares lo que hiciste!

Alegra le plantó cara, sentía que temblaba como una hoja, pero no le daría el gusto de humillarla de esa forma, ella conocía su secreto, sabía cosas… y había cerrado la boca para no afectar su matrimonio.

¿Pero esto, acusarla sin piedad de esa manera de algo que no era su culpa?, ¡No!, ya había excedido todos los límites.

— ¡No!, no lo haré, usted sabe que no soy culpable, ¡Y también sabe lo que yo vi!

Los ojos del viejo se encendieron de ira, levantó la mano  y luego la dejó caer con fuerza sobre el blanco rostro de la chica lanzándola contra el suelo, la cabeza de Allegra rebotó sobre el mármol y ella perdió el conocimiento. Todo se volvió negro.

 

CAPÍTULO 2 HUMILLADA

 

 

Cuando abrió los ojos seguía tendida en el suelo, la boca le ardía y la cabeza le daba vueltas, era como si la hubieran molido a palos, no sabía que le dolía más, si el corazón o los golpes.

Intentó incorporarse pero fue inútil, su tobillo torcido y el golpe en la cabeza habían sido demasiado.

—Ya abrió los ojos Don Giorgio — Ella escuchó a alguien decir — ¿Qué quiere que hagamos con ella?

Solo se escuchaba el sonido de las respiraciones agitadas de todos esperando a que el viejo decidiera.

—Francesco será quien lo haga — Y levantando la mirada hacia su hijo le ordenó: — ¡Anda! Sácala fuera y déjala que pase la noche con los perros, ¡Eso es lo que se merece esta infanticida! Mañana que se la lleve la policía, no la denunciaré esta noche, eso sería demasiado cortés con ella y no lo merece, ¡Que sufra por lo que hizo!

—Como usted diga papá — Francesco ni siquiera lo dudó, estaba lleno de rabia, la pensaba culpable de la muerte del no nato.

Tomó a su esposa por el brazo y la levantó en vilo, obligándola a caminar con el tobillo lastimado dándole empujones hasta llevarla fuera.

Ella seguía sollozando e implorando piedad a su esposo, seguramente él le creería.

— ¡No lo hice amor, tienes que creerme! Te lo ruego, no me hagas esto, Francesco ¡Te amo! No lo hagas…

—Te quedarás ahí fuera lo que queda de la noche, y mañana llamaré a la policía, seguramente pasarás el resto de tu vida encerrada, así que disfruta del espacio allá afuera porque será la última vez que estarás en un lugar así… me has decepcionado Allegra, ¡Pensé que tenías un espíritu noble pero me equivoqué!

Le dijo con la mirada helada empujándola hacia fuera y cerrando las puertas tras de ella.

Allegra se dejó caer recostada contra la pared hasta sentarse en el suelo. A lo lejos se escucharon los truenos que avisaban que una lluvia torrencial se avecinaba. El viento frío la golpeó con fuerza y debió abrazarse a sí misma para mantener algo de calor.

La lluvia caía a cántaros y ella solo estaba vestida con una sencilla bata de seda, comenzó a toser incontrolablemente, el frío estaba haciendo que esa vieja afección respiratoria se activara.

Estaba expuesta a una de sus crisis de asma, hacía más de un año que no las sufría, pero el estrés y las bajas temperaturas eran ingredientes suficientes para un ataque.

Trató de pensar en donde estaba su inhalador… ¡En su bolso, arriba en el armario!, no podría llegar hasta él, tendría que ser fuerte y hacer ejercicios de respiración si quería evitar desmayarse.

Allegra temblaba de frío e inspiraba hondo, lo más hondo que podía, así soportó con enorme dificultad hasta que los rayos del alba aparecieron sobre el horizonte Toscano.

« Ya está amaneciendo, tengo que entrar y tratar de llamar a alguien que venga a buscarme, no me quedaré aquí para que me encierren por algo que no hice », Pensó para sus adentros.

Se incorporó pesadamente e hizo el intento de caminar, pero su pie lucía inflamado y amoratado, seguramente tenía una seria lesión.

Siguió apoyada de la pared buscando la entrada de servicio, la propiedad era enorme, así que tuvo que rodearla tratando de no ser vista por el personal de seguridad.

Sin embargo, el vigilante del portón principal que había hecho el turno nocturno y no se iba hasta medio día, la había visto toda la noche desde las cámaras.

Allegra logró evadir los obstáculos y subir hasta su habitación, empujó la puerta con cuidado, pero su esposo no estaba allí, seguramente había dormido en otra parte, agradeció al cielo que fuera así y se apresuró a vestirse con ropa deportiva y cómoda, tomó algo de ropa y la metió en un bolso, sus documentos y llamó desde el teléfono fijo de la habitación a su mejor amiga.

 El pib, pib, pib, constante del teléfono, le ponía los pelos de punta, Arianna no contestaba.

— ¡Por favor, por favor amiga, contesta! — Rogó.

— ¿Bueno?

— ¡Arianna soy yo! Allegra, ¡No tengo tiempo de explicarte nada, solo escucha!

— ¿Allegra? ¿Qué te pasa? Estás muy alterada.

—Me han inculpado de homicidio, te juro que no he hecho nada, me conoces…

— ¡Claro que no!, ¡No serías capaz de matar ni a una mosca! ¿Qué estupidez es esa?

— ¡Van a encerrarme! Amiga solo te tengo a ti… — Y la voz se le quebró en mil pedazos.

— ¿Dónde estás Allegra? Iré por ti.

—En la mansión, pero tengo que huir, ¿Puedes buscarme?

— ¡Por supuesto! Espérame en la entrada, ¡Voy volando!

Allegra colgó y de inmediato abrió la puerta con sigilo, miró hacia los lados, el pasillo estaba solo, se apresuró como pudo a salir hasta la carretera que daba a la salida de la propiedad y recorrió todo el camino cojeando y aguantando el intenso dolor en el tobillo así como la presión en su pecho.

Sentía asfixia, como si su corazón fuera a estallar en mil pedazos, ni siquiera había podido aspirar un puf de su inhalador de asmática para soportar la huida.

Al acercarse al portón de hierro forjado, el auto de Arianna estaba detenido en la entrada esperándola, Allegra hizo un último esfuerzo en llegar y cuando ya estaba a unos cuantos metros, Francesco apareció tras ella dando voces y gritando su nombre a todo pulmón.

— ¡Allegra! ¡Allegra, detente! — La joven apenas lo vio venir, apretó el paso aunque sentía que su tobillo iba a doblarse en dos — ¡Deténgala, cierre el portón, no la deje salir!

El guardia miró a uno y otro alternantemente y vio la angustia en los ojos de la chica, qué desesperada le rogó que no la detuviera, él ya había visto bastante de su sufrimiento en las cámaras del jardín toda la noche, recordó que pensó que Don Giorgio debía ser un hombre terrible para exponer a una joven tan dulce como la señora Allegra a semejante situación.

Se hizo el desentendido, como si no hubiera comprendido la orden de Francesco y solo puso el portón en movimiento cuando ella cruzó, así su esposo no pudo alcanzarla.

La joven apenas logró abordar el vehículo cuando se desplomó en el asiento trasero, Luca cerró la puerta y Arianna puso el auto en movimiento derrapando con las yantas sobre el pavimento, dejando marcada una media luna negra, mientras Allegra buscaba desesperadamente su inhalador.

— ¡Te dije que no la dejaras ir! — Ladró Francesco al guardia de seguridad de la mansión — ¿Cómo pudiste?

—Señor Francesco, no le escuchaba lo que me decía, pensé que la señora iba tarde a algún compromiso, y luego, cuando usted estuvo más cerca, me di cuenta de que quería que cerrara el portón, por eso reaccioné tarde y ella ya había cruzado al otro lado.

El hombre se disculpó haciéndose el inocente. Francesco estaba que se lo llevaban los mil diablos, pateó con fuerza el portón, la ira se había adueñado de él por completo. Regresó sobre sus pasos, hecho una furia y notó que desde el jardín algo brillaba entre las plantas, cerca de la piscina.

Se inclinó para constatar que era el teléfono móvil de su esposa, el que se le había caído la noche anterior, y de inmediato revisó en su buzón de mensajes, encontrando que el último mensaje que había enviado era para su exnovio, Luca Ferrini.

“Gracias Luc, ¡Siempre eres un sol!”, leyó en voz alta mientras se atragantaba con la última palabra… “Sol”, Luca era un sol en la vida de Allegra, entonces, ¿Qué era él?

Si Francesco había estado furioso, ahora lo estaba más.

— ¡Esa maldita me estaba engañando! — Bufó a los cuatro vientos confundiendo las cosas — ¡Mató a mi sobrino y también me puso los cuernos!, pero se acordará de mí… esto no se quedará así, ¡Juró por todo lo que es sagrado que lo pagará muy caro!

Y acto seguido lanzó el móvil al suelo volviéndolo pedazos.

Arianna condujo lo más rápido que pudo hasta su lujoso apartamento mientras Luca intentaba calmar a su amiga.

—Cálmate Allegra, mírame, debes tranquilizarte, ya estás a salvo.

—No lo consigo Luca, no lo consigo — Decía desesperada, pero Luca no entendió a lo que se refería hasta que la vio ponerse morada y comenzar a ahogarse.

—Mi inhalador… — Apenas logró articular antes de desvanecerse.

—Arianna, ¡Corre, ve a un hospital, se está asfixiando! — Gritó cuando la chica se desmayó en sus brazos.

— ¿Qué sucede allá atrás?

—Conduce, ¡Busca un hospital, acaba de desmayarse, es su asma!

Luca recostaba la cabeza de Allegra sobre sus rodillas intentando hacerla reaccionar mientras Arianna buscaba la ruta más corta hacia el hospital más cercano.

El sonido del televisor la despertó, Luca estaba dormido en el sillón junto a su cama de hospital y Arianna estaba junto a él, a la rubia le pareció que hacían una hermosa pareja.

Sintió nostalgia, ella habría querido para sí, una relación así con Francesco, cuando se casó con él lo hizo muy ilusionada y enamorada, pensó que su vida sería un camino de rosas, pero nunca pensó en las espinas.

Quiso ponerse en pie, pero tenía el macro gotero en su brazo, así que debió hacer maromas con la bolsa del suero para poder levantarse sin hacer mucho ruido para ir al baño.

—Buenos días, amiga — Escuchó la voz de Arianna del otro lado de la puerta — ¿Cómo te sientes?

— ¿Arianna? Estoy mejor, dame un minuto, ya casi estoy lista.

—Te dejé ropa sobre la cama, Luca y yo iremos por un café, ¿Quieres uno?

— ¡Si, por favor!, ya salgo.

—Ok, venimos en un momento, no tardaremos.

Abrió la puerta y tomó la ropa, pero cuando iba a vestirse escucho las noticias en la televisión:

—Esposa del famoso empresario Francesco Romano, es acusada de homicidio a bebé no nato, e intento de homicidio a su cuñada Ginevra, viuda de Romano…

La periodista narraba las noticias con tanta naturalidad que a Allegra le dieron náuseas de inmediato.

—La policía sigue el curso de las investigaciones, y se espera dar con su ubicación en las próximas horas, testigos afirman que la vieron huir junto a su exnovio Luca Ferrini, con quien se cree que engañaba a su esposo, la familia Romano ofrece cuantiosa recompensa a quien pueda brindar información fehaciente sobre el paradero de Allegra Rici de Romano.

Allegra se llevó las manos a la boca, pero ni siquiera tuvo tiempo de lamentarse porque un par de enfermeras que veían la televisión desde el pasillo próximo, entraron a la habitación para buscarla, Allegra ya se había escondido de nuevo en el baño y se cambiaba de ropa apresuradamente con el corazón en la mano mientras las mujeres murmuraban afuera.

— ¡Es ella, estoy segura!

— ¡Debemos dar aviso a la policía!

— ¡No! — Le increpó la otra — a la familia Romano, ellos están ofreciendo una recompensa, son demasiado ricos, no perdamos tiempo, vamos a buscarla, ¡Ha de estar por ahí, todavía no le dan el alta!

 

CAPÍTULO 3 PERSEGUIDA

 

Ambas enfermeras decidieron buscarla. Allegra se vistió con rapidez y en cuanto escuchó las voces de Arianna y Luca salió de su escondite visiblemente alterada.

— ¡Chicos, chicos, debo irme ya!

—Allegra, pero si todavía el médico no te ve, debemos esperar, no tardará.

—No, no me estás escuchando, estoy en las noticias, mejor dicho, estamos en las noticias, los Romano acaban de ofrecer una cuantiosa recompensa por quien les dé información sobre mí, y acabo de escuchar a dos enfermeras decir que me entregaran para cobrar la recompensa.

Las palabras salían de la boca de Allegra como un tropel sin freno, totalmente desbocadas en un río desbordado mientras Arianna intentaba comprender.

— ¿Dónde escuchaste eso?

—Hace unos minutos en el noticiero.

— ¿Qué más dijeron?

Allegra se avergonzó.

—Creen que le fui infiel a Francesco contigo Luca…

— ¡Oh! Entiendo, no te preocupes por eso amiga, sé que no es cierto y eso es suficiente, y los demás pueden creer lo que quieran — Dijo Arianna.

—Sí, lo sé, pero el problema es que lo están involucrando en la horrible acusación que me están levantando… no quiero que tengas problemas Luca…

—No los tendré, no tienen nada contra mí, son solo suposiciones, no durarán cinco minutos con eso en una corte, ahora lo importante es esconderte hasta que las cosas se calmen un poco y podamos averiguar de dónde sale toda esta locura.

—La verdad es que no quisiera perder mi matrimonio, amo a Francesco, no sé si debería entregarme para demostrar mi inocencia…

— ¿Qué? ¿Estás loca amiga? ¡No, de ninguna manera! No te dejaré hacerlo, eso no tiene sentido, nada de lo que te hicieron lo tiene, el médico dijo anoche que te habían apaleado, que los moretones que tienes son de violencia, tomamos fotos y él te hizo algunos estudios, por suerte ya los tengo conmigo, así que contamos con pruebas de todo.

—Creo que estamos perdiendo tiempo — Advirtió Luca — Movámonos ya, antes de que las enfermeras regresen.

Los tres salieron con rapidez de la habitación con rumbo a los elevadores, pero al llegar a la esquina del pasillo vieron a las dos mujeres venir de frente, Allegra se detuvo en seco y Luca la cubrió con su cuerpo, era alto y ancho de espalda así que prácticamente la cubrió mientras se devolvían para tomar el siguiente pasillo.

Siguieron derecho, pero en algún punto, uno de los pacientes la reconoció como la mujer de las fotos del noticiero, a la que buscaba la policía, y pronto hubo un grupo de personas gritando que detuvieran a la mujer que había matado al bebe de su cuñada.

En menos de cinco minutos la vida de Allegra había cambiado por completo. Pasó de ser una víctima a ser una victimaria, de ser una paciente a ser una prófuga perseguida de la justicia, los guardias y la policía cubrieron el hospital de arriba abajo mientras Arianna y Luca hacían lo posible por esconderla.

Se metieron al cuartito de limpieza y esperaron por un rato, un par de policías pasó diciendo que en cuanto la encontraran la llevarían detenida, y que por los cargos de los que se le acusaba seguramente no saldría jamás de la cárcel.

— ¿Y ahora qué hago? — Sollozó en baja voz mientras apoyaba torpemente su pie lastimado en el suelo — Ni siquiera puedo caminar sola, no sé lo que haré, además, ya los he metido a ustedes también en este problema…

—Te sacaremos de aquí — Luca aseguró — te conozco de toda la vida Allegra, eres una de mis mejores amigas y no te dejaré sola, sé que Arianna tampoco lo hará, eres como su hermana, así que ten confianza, algo se me ocurrirá.

Luca tomó una sábana de un motón de ropa de cama y salió en busca de algo para movilizar a Allegra, las chicas se quedaron solas por un rato en el cuartito, cuando él regresó, venía vestido como un cirujano y traía consigo una silla de ruedas, sentó a la rubia y la cubrió con la sábana, de esa manera parecía que estuviera trasportado a cualquier paciente, y así pasaron frente a los dos policías y a las enfermeras sin que los notaran.

El corazón de Allegra corría a mil por hora llena de temor, temblaba como una hoja al pensar que pudieran encerrar a sus amigos acusándolos de ser sus cómplices.

Llegaron hasta abajo, y justo cuando estuvieron a punto de ser vistos por la policía, las puertas de cristal se abrieron y el uniformado solo vio salir a un cirujano con un paciente en silla de ruedas, y a una joven acompañándolos.

La policía los buscó en todas partes, pero no los halló, así que informaron a la familia Romano que la joven había estado internada desde la mañana y que había huido.

—Señor Romano, no podemos asegurarle nada, ustedes deben comprender… — El policía se excusó´.

— ¡No me diga eso! Simplemente, es una excusa, necesito resultados, esa mujer es la culpable de que mi nieto haya muerto, el único retoño de mi hijo fallecido, ¡No puede decirme simplemente que no pueden hacer nada!

Giorgio Romano temblaba de la ira, explicando su verdad de los hechos, la cual no correspondía a la verdad real. Colgó la llamada con la policía y se quedó mirando a Francesco como si él fuera un idiota.

— ¡Esto también es tu culpa por casarte con esa mujer! Sabes que no estuve de acuerdo con esa boda, pero tú, ¡Oh, tú tenías que casarte con ella!

—Papá, no veo como yo…

— ¡Calla! Irás y la encontrará tú mismo si es necesario, ¡Y luego la encerrarás para que pague por el ultraje que ha cometido a nuestra familia!

—Haré lo posible…

—No me sirve que hagas lo posible Francesco, no… ¡Harás hasta lo imposible por encontrarla y llevarla a la justicia! Ella debe pagar… ¡Debe pagar!

—Giorgio, creo que estás dándole más importancia a esto de lo que en realidad la tiene — Fiorella su mujer se atrevió a decir después de reunir fuerzas para hacerlo, le temía a su marido, a lo temperamental e intransigente que podía llegar a ser.

El viejo se giró para atravesarla con la mirada.

— ¿De qué estás hablando mujer? ¿Acaso no te parece suficiente la muerte de tu nieto?

—No hablo de eso, estoy tan dolida por esta tragedia, incluso más que su propia madre, a la solo parece interesarle acusar a Allegra, y ustedes dos, solo han seguido al pie de la letra cada palabra de esa mujer, ¡Ninguno se tomó un minuto para escuchar la otra versión de la historia! — Dijo indignada.

—No te atrevas a decir una palabra más, Fiorella, no sabes de lo que hablas, es mejor que mantengas la boca cerrada si quieres mantener tu lugar en esta familia — La amenazó su esposo.

Francesco no aprobaba la manera en como su padre trataba a su madre, pero en ese momento estaba de acuerdo con el viejo, era mejor que se mantuviera al margen.

—Ya lo sabes Francesco, ¡No quiero un “no” por respuesta!

Francesco salió de inmediato, subió a su coche y lo puso en marcha. Mientras conducía sintió su pecho apretado, como si una fuerza se lo oprimiera. Su padre le había responsabilizado de la desgracia por haberse casado con Allegra, cuando se rebeló contra su padre para poder casarse con ella.

Recordó como casi nadie en la familia la había visto con buenos ojos, era una chica recién graduada de la Licenciatura en Fotografía de la Rome University of Fine Arts, y nadie la tomaba en serio. Solo era una hippie ilustrada, nada más.

La única que la había querido de inmediato había sido su madre, tal vez por su afinidad a las bellas artes como ella, pero Fancesco había ido en contra de su padre porque la belleza de Allegra lo había obnubilado.

Parecía una modelo, de hecho había modelado durante sus primeros años en la universidad, pero luego lo había dejado para dedicarse a su proyecto de la galería de arte.

Francesco también había visto nobleza en ella, sencillez y un interés casi nulo en su dinero, cosa difícil de encontrar, porque siendo el magnate que era, tenía a las mujeres haciendo fila tras él, así que pensó que sería bueno tener a una mujer desinteresada a su lado, por si algo no funcionaba entre ellos, al menos no se aferraría a su fortuna.

Ahora solo estaba lleno de deseos de venganza.

—No puedo creer que pensara tan estúpidamente que ella era la mujer más desinteresada del mundo — Se dijo para sus adentros — ¡Me engañó! Me engañó durante todo este tiempo… ¡Un año! Un año completo creí que era una buena persona, que no le importaba mi dinero y que solo quería una vida sencilla, ¡Qué idiota fui!

Se recriminó, sintiéndose timado en sus sentimientos y sobre su orgullo.

— ¡Me vio la cara de estúpido junto a su noviecito trepador! Pero lo pagarás Allegra, ¡Pagarás todo lo que has hecho!

Mientras Francesco se dirigía hacia la estación de policía, Arianna seguía conduciendo hacia las afueras de la ciudad.

— ¿A dónde vamos? — Preguntó Luca cuando vio que su novia se desviaba del camino y tomaba la vía del bosque.

 

 

CAPÍTULO 4 ESCONDIDA

 

Arianna se desvió hacia el bosque y pronto estuvo sobre una carretera de grava.

—Allegra, ¿Recuerdas aquel paseo de chicas que hicimos en el primer año de universidad?

—Sí, lo recuerdo bien.

—Bueno, me enamoré de ese lugar y compré la cabaña, quería hacer algo lindo ahí, pero ya sabes, el tiempo no da para mucho, creo que es el lugar perfecto para que te escondas por un tiempo, no es nada lujoso, sé que no está al nivel al que estás acostumbrada y hace mucho que no vengo, debe estar lleno de polvo y alimañas, supongo que tendremos que limpiar un poco y ponerla habitable, pero a nadie se le ocurrirá buscarte ahí.

— ¡Eres la mejor amiga que he tenido Arianna! Muchas gracias por tomarte tantas molestias para ayudarme.

— ¡Ejem, ejem! ¿Y yo donde quedo?

—Tú también Luca, en serio, chicos, no sé qué habría hecho sin ustedes…

—No es nada, ahora solo debes armarte de paciencia porque este lugar está alejado de la civilización y no hay teléfono, por ahora te quedarás aquí y fingirás que estás de vacaciones, unas muy largas Allegra, y cuando las aguas se calmen iremos contra ellos con todo.

El camino fue largo, Allegra les había contado todo lo sucedido durante el viaje, Arianna la escuchaba totalmente aterrada de cada palabra, los Romano eran implacables, nunca había escuchado tal crueldad en tantos años del ejercicio como Abogado.

— ¡Armaremos un caso y no sabrán que los golpeó! Nadie puede acusar de esa manera a otro sin pruebas, y mucho menos usar la violencia de esa forma, ese señor Giorgio Romano cree que es el amo del Valle, pero le mostrarás que no es así.

Llegaron a la cabaña, el paisaje natural era hermoso y contaba con agua corriente, pero no tenía electricidad, solo una cocina a gas y un calentador a leña para el invierno, pero no esperaban que llegara el invierno con Allegra allí… ¿O sí?

—Arianna, iré por comestibles, no hay nada aquí y ella no puede movilizarse caminando con ese pie, así — Dijo Luca observando que no había nada para comer.

—No cariño, yo lo haré, recuerda que tú eres el ex que la ayudó a huir… — Dijo ella con sorna — Regreso en un rato, ayúdala a poner esto en orden amor.

Se despidió la abogada dándole un beso y regresando al auto.

Luca arregló todo lo que el tiempo le permitió y dejó el lugar habitable para evitar que el polvo le causara daño a Allegra, conocía bien sus crisis de asma, así que se esforzó mucho, al cabo de un par de horas Arianna regresó con varias bolsas de alimentos, agua potable y medicina para el dolor y la inflamación.

—Vendremos la próxima semana y te traeré comida, ropa y un teléfono, tan pronto regrese, traeré también una pequeña planta eléctrica y combustible, así podrás cargar el móvil, hay suficiente leña cortada y seca, pero supongo que en esta época del año no la necesitarás — Y dirigiéndose luego a su novio — Cariño ¿comprobaste que hubiera gas?

—Sí, ya lo hice, alcanzará para la próxima semana.

La despedida fue triste, un largo abrazo y lágrimas rodando por las mejillas, cuando los chicos se fueron Allegra se quedó completamente sola y devastada. 

Era la Señora Allegra Rici de Romano, la esposa de uno de los hombres más ricos e influyentes de Italia, y ahora era una prófuga de la justicia, y todo porque a su concuñada le había parecido acusarla sin piedad de algo que no había hecho.

Allegra había pasado de estupor en estupor desde la acusación, ni siquiera había tenido tiempo para reflexionar en lo que estaba viviendo, solo había llorado la noche en que la sacaron como un perro bajo la lluvia, pero ahora se sentó sobre el suelo de madera de esa vieja cabaña en medio de la nada a pensar en su suerte.

Pasó las siguientes semanas completamente sola y deprimida, no se atrevía a irse por temor a que la atraparan. A veces lloraba desconsolada, pensando en cómo su amado Francesco se había prestado para hacerle tanto daño.

Mientras tanto, el odio y el rencor crecían en el corazón de Francesco, se odiaba a sí mismo por haber sido tan incauto y haber creído que Allegra era una buna mujer, estaba abatido, desconsolado y avocado por completo a la causa familiar de destruir a la que una vez había sido su esposa.

Luca y Arianna iban de vez en cuando a verla y a llevarle lo que podía serle útil, pero no podían quedarse mucho tiempo porque también estaban siendo investigados, Luca no fue preso porque Arianna era una abogada con garra y defendió su causa, pero eso no significaba que los Romano no tuvieran a alguien tras ellos, así que sus visitas se hacían cada vez más lejanas.

—Te traje esto — Le dijo Arianna dándole una cajita con un móvil nuevo — La línea está a nombre de una de mis secretarias, así que no la relacionarán contigo, pero no lo uses a menos que sea absolutamente necesario, no te expongas, ¿Está bien?

Allegra asintió. Estaba presa sin estar tras las rejas, sola, triste, abatida y odiada por el hombre al que amaba. La depresión la hizo bajar de peso y Arianna debió traerle unas vitaminas, también le hizo un cambio de look para animarla y para que no fuera fácil de identificar por si alguien llegaba a verla.

Arianna cortó su dorado y largo cabello al estilo Bob, corto atrás y más largo en el frente, dándole un aspecto atrevido y moderno que enmarcaba sus delicados rasgos, y lo pintó en un rojo cobrizo que resaltaba con sus enormes ojos del color del cielo.

— ¡Ya está Allegra!, dudo mucho que alguien sepa que eres tú…

La chica se miró al espejo casi sin reconocer su propia imagen, en otro contexto le habría encantado experimentar algo tan extremo como ese cambio, pero en las actuales circunstancias no le animaba en lo más mínimo.

La policía intensificó la investigación, los Romano aseguraban que la joven esposa del magnate financiero era la culpable de tan abominable hecho, y mientras tanto, Giorgio Romano no dejaba de visitar a Ginevra en el hospital, que se recuperaba lentamente, pues había requerido tratamiento psicológico. 

— ¿Cómo estás Ginevra? Sabes que no he podido estar más cerca de ti de lo que quisiera, mi mujer no me pierde paso, temo que sospeche de lo nuestro — Dijo Giorgio tomando su mano y besándola con deseo, ardía de pasión por la exuberante joven.

—Giorgio, ¡Sabes que te amo! Solo espero con ansias cada minuto contigo — Mintió descaradamente — Tengo una confesión que hacerte…

— ¿Qué cosa preciosa? Dime lo que sea.

—El bebé Giorgio, el bebé era tuyo.

El viejo bajó la mirada triste al suelo y luego levantó la barbilla de nuevo en actitud desafiante.

—Lo sé… por eso esa mujer pagará por lo que te hizo, ¡Nadie se atreve a meterse con lo mío y sale ileso!

— ¿Qué es lo que harás? — Preguntó con cara de niña buena y acariciándole la mejilla para endulzarlo mejor.

—La buscaré hasta debajo de las piedras si es necesario, ¡Pero te juro por nuestro bebé que estará presa muy pronto!, ¡Pagará con la cárcel por lo que nos hizo!

Una sonrisa de satisfacción más parecida a una mueca tosca se dibujó en el rostro de Ginevra, estaba hecho, había logrado engañar a todos y tenía al viejo multimillonario comiendo de su mano y ardiendo por ella, solo le quedaba seguir haciendo el papel de la viuda abatida por la pérdida de su hijo.

Y mientras tanto, seducir a Giorgio de la manera más vil para sacarle dinero, necesitaba planear su próximo paso, sacar a Fiorella de en medio, ya se había deshecho de su esposo Enrico, su muerte había parecido un accidente, había sacado de en medio a la estúpida de Allegra y ahora iría por Fiorella, así tendría el camino totalmente libre.





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