SERRANO DE MORENO, STELLA / MADRID DE FORERO, ALIX: COMPETENCIAS DE LECTURA CRÍTICA. UNA PROPUESTA PARA LA REFLEXIÓN...
A C C I Ó N P E D A G Ó G I C A, Nº 16 / Enero - Diciembre, 2007 - pp. 58 - 68
COMPETENCIAS (Revista de la Universidad de los Andes Táchira, Venezuela)
DISPONIBLE EN: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2968602
Introducción
La lectura crítica constituye una dimensión de
la alfabetización crítica (Cassany, 2004; Fainholc,
2005; Luke, 1997). Por consiguiente, comprender
la lectura crítica requiere partir del examen
teórico de ese marco general que constituye la
alfabetización crítica como proceso sociocultural.
La alfabetización crítica es entonces concebida
hoy como un proceso de formación del hombre
con capacidad de usar el lenguaje oral y escrito
en sus diversas manifestaciones, para desempeñar
las funciones sociales e individuales que le
corresponden como miembro de una comunidad
e inserto en una cultura. Comprende, como afi rma
Halliday (1987), aprender el lenguaje y al mismo
tiempo que se aprende sobre el lenguaje se aprende
sobre el mundo y se alcanza su inserción en él.
Según UNESCO (1988), la alfabetización crítica
entraña el desarrollo de todas las capacidades
básicas de comunicación que le permitan al hombre
insertarse en el mundo del trabajo y en su cultura,
como formas de realización personal y espiritual,
de progreso social y desarrollo económico. La
lectura crítica, en cambio, consiste en la capacidad
del individuo para la reconstrucción del signifi cado,
intencionalidades e ideologías implícitas en
los discursos, acceder a la diversidad de textos
producidos por otros y también para producir otros
nuevos, de modo que, como ciudadano, pueda
encontrar un espacio de participación con plena
autonomía en la sociedad del conocimiento.
De este modo, el punto focal de este trabajo
es la lectura crítica, con especial énfasis en las
competencias básicas requeridas en la formación
del lector crítico para esta sociedad postmoderna y
plural, donde la deconstrucción y análisis cultural e
ideológico del discurso escrito son esenciales para
el ejercicio de la ciudadanía.
La alfabetización crítica
No obstante estar la alfabetización crítica
enraizada en diversas disciplinas como la
antropología cultural, la psicología cognitiva, la
lingüística aplicada y los estudios literarios, entre
otras, la alfabetización es cada vez más conceptuada
como una práctica social (Luke y Elkins, 2002;
Morgan y Ramanathan, 2005). Pero el hecho de
ser social, no ignora los procesos cognitivos y
semióticos comprometidos en la producción y
recepción de textos. En verdad, para Morgan y
Ramanathan (2005) esto signifi ca reconocer que
las prácticas de la alfabetización, consideradas
básicas, funcionales o de un alto orden, son
acuerdos y disposiciones sociales enraizados
en y constitutivos de asuntos relacionados con
la desigual distribución de poder dentro de las
comunidades e instituciones.
En este sentido, la alfabetización crítica puede
concebirse como la práctica que permite a la
persona comprender la realidad en la que está
inmersa y proceder en ella con idoneidad haciendo
uso del lenguaje en sus diversas manifestaciones
(oral, escrito, pictórico, gestual, matemático,
computacional y de multimedia). Esto signifi ca
posibilitar al individuo para que pueda leer el
mundo y hallar un lugar en él, desentrañar el
poder del discurso y el poder del conocimiento.
En la escuela, lugar prominente de formación,
las prácticas de alfabetización proporcionan el
signifi cado textual por medio del cual los valores
dominantes y las identidades son normalizados
y, a la vez, cuestionados. De ahí la importancia
de la alfabetización crítica en la formación de la
ciudadanía (Luke y Freebody, 1999).
En el presente siglo, debido a las
transformaciones que estamos viviendo como
producto del desarrollo tecnológico, del auge
alcanzado por las tecnologías de la información y
de las oportunidades creadas por la globalización
cultural, política y económica, que influye en los
estilos de vida y en lo cotidiano, aparece frente a
nosotros un contexto mundial de intenso debate
donde la alfabetización crítica cobra relevancia
(Cassany, 2004; Freebody & Luke (1990); Luke y
…el discurso sólo puede reflejar la percepción que tiene el sujeto de la realidad.
Puesto que su visión de la realidad está inextricablemente unida a
sus intenciones, valores y actitudes, los discursos reflejan el orden social
establecido, las relaciones de dominación, las injusticias y las opresiones.
A partir de este axioma, comprender críticamente significa identificar este
conjunto de presupuestos y poder confrontarlo con otras alternativas.
Daniel Cassany, (2006, p. 86)
En este contexto, el futuro de las
escuelas, del trabajo y de la vida pública ha sufrido
cambios, como también se han transformado las
concepciones de la alfabetización.
Es así como la alfabetización crítica se ha
ido redimensionando, a la luz de las nuevas
capacidades que las personas requieren para actuar
con efi cacia en la vida social. Entre estas nuevas
capacidades se destacan las que se necesitan para
interpretar y descubrir las intenciones e ideologías
que subyacen en los diversos textos publicitarios
y en la información que llega en otros productos
culturales; las capacidades digitales para el empleo
de imagen y multimedia y las que se emplean en el
manejo de sistemas de información global como el
Internet, que desafían nuestras percepciones de la
realidad, en el contexto local, nacional y mundial
(Warnick,2002).
En respuesta a esta situación, los educadores
abogan por una noción plural de modos diversos de
alfabetización crítica para ayudar a los estudiantes
a acceder y negociar un amplio rango de tipos de
texto y modos de persuasión, no solamente por
la vía de lo impreso, sino también, del sonido,
la imagen, lo gestual y espacial y su integración
multimodal (Hunter y Morgan, 2001; Kress, 2003;
Stein, citado en Morgan y Ramanathan, 2005).
En este sentido, para los educadores críticos
es crucial hacer uso de diversidad de textos, de
modalidades de acceso a la cultura y a las tecnologías
en los ambientes de alfabetización, debido a que su
trabajo como educadores consiste en cultivar en el
aprendiz un ciudadano que sea capaz de interpretar,
negociar, producir y comprometerse críticamente
con los textos y tecnologías que llegan por diferentes
medios. Entonces, debido a que como ciudadanos
ocupamos espacios colectivamente globalizados
e interconectados, se hace imperioso insistir en
cómo debemos comprometernos críticamente en la
interpretación social de la realidad.
Antes de abordar la refl exión teórica sobre la
lectura crítica conviene incluir aquí algunas precisiones
relacionadas con la noción de “crítica”, a objeto de
facilitar una mayor comprensión de la lectura crítica.
Noción de crítica
Lo que subyace a este debate es cómo
comprendemos la noción de crítica y cómo hacer
que esta noción se difunda con las prácticas de
alfabetización crítica que se desarrollan en los
contextos educativos. Dentro de esta perspectiva
es preciso entender que el discurso es poderoso
y que tiene una ideología, que refl eja una
mirada particular, de modo que los lectores y
escritores deben reconstruirla y hacer sus propias
interpretaciones, desde su comunidad, su visión
del mundo y enmarcadas con su cultura. En este
sentido, Luke (2004) resume lo que el término
signifi ca:
Ser crítico es llamar al escrutinio, a través de la acción
personifi cada o de la práctica discursiva, las reglas de
intercambio dentro de un campo social. Hacer esto requiere
un movimiento analítico desde la posición propia hacia la del
otro, en un campo en el que tanto uno como el otro podrían
no necesariamente tener una posición estructuralmente
construida sobre el tema en cuestión. Esta posición
construida desde el texto y el discurso puede ser analítica,
expositiva e hipotética y, puede, de verdad, ser ya vivida,
narrada, personifi cada y experienciada. (p. 26)
Esta visión que ofrece Luke sobre crítica
destaca cómo la autoconciencia precede y facilita
la acción social efectiva. Esto signifi ca que …”al
leer la palabra y el mundo”, como lo plantea Freire
(1997), podemos comenzar a leernos nosotros
mismos y como afi rman Morgan y Ramanathan
(2005), “descubrir nuestra complicidad o no en
el mantenimiento de las inequidades sociales” (p.
154).
Desde nuestra perspectiva, entendemos que la
noción de crítica supone un pensamiento analítico
estrechamente ligado a la capacidad de observación
y de refl exión para desentrañar lo implícito, objetar y
refutar con consciencia, cuestionar razonablemente
y argumentar los puntos de vista con convicción.
Todo esto, demanda de la persona la contrastación o
verifi cación, cuya validez dependen estrechamente
de sus marcos conceptuales, visiones del mundo
y situaciones de vida, experiencias culturales,
expectativas y de su inserción en una comunidad
humana. McPeck (en Smith, 1994) observa que
… “el ser crítico alude a una disposición, una
tendencia a comportarse de determinada manera
en determinadas ocasiones (…) una disposición
al “escepticismo refl exivo”, o sea, una juiciosa
suspensión del asentimiento, una inclinación a
considerar explicaciones alternativas” (p.50).
En este mismo sentido, desde la alfabetización
crítica, Green (en Cassany, 2006), defi ne crítico
como … “la habilidad para construir una crítica
personal respecto a los temas que nos afectan en
la vida, la escuela o el trabajo, de modo que nos
ayuden a comprender y controlar la dirección que
toma nuestra vida” (p. 85).
Todas estas defi niciones ponen de relieve
importantes cuestiones: lo crítico alude al
pensamiento analítico que requiere una disposición
a actuar de determinada manera en ocasiones en que
se conoce el tema o la problemática en cuestión.
Sólo podemos inferir, predecir y pensar críticamente
respecto a temas específi cos, si un tema nos es
extraño no podemos demostrar esa actividad crítica.
Ser crítico alude a la disposición de desentrañar
lo subyacente, identifi car intencionalidades y
propósitos, mediante el manejo de todo tipo de
relaciones. Por otra parte, ser crítico supone un
cuestionamiento a las ideas, acciones o propuestas,
es decir, a los modos de pensar convencionales.
Finalmente, esta disposición crítica se sustenta en
la lectura, la escritura y el diálogo, determinados
por concepciones, representaciones, recuerdos,
experiencias de vida estrechamente vinculadas
con su cultura.
Lectura crítica (Literacidad crítica)
La lectura crítica es una disposición, una
inclinación de la persona a tratar de llegar al
sentido profundo del texto, a las ideas subyacentes,
a los fundamentos y razonamientos y a la
ideología implícita, para considerar explicaciones
alternativas y a no dar nada por sentado cuando
podría ser razonable ponerlo en duda (Smith,
1994; Cassany, 2004; 2006). Supone entonces
no aceptar a priori las ideas y razonamientos del
autor, sin antes discutirlos refl exivamente, prestar
atención cuidadosa a las diversas connotaciones
de las palabras o de los enunciados, discrepar de
cualquier afi rmación, principio o teoría, combatir
y cuestionar imprecisiones u opiniones contrarias;
identifi car puntos de vista, intenciones, distinguir
posiciones y contrastarlos con otras alternativas.
Dado el poder del discurso escrito para
comunicar, seducir, convencer o manipular o
resolver diferencias, debemos, como ciudadanos,
desarrollar estrategias de lectura crítica que
nos permitan leer el punto de vista o la mirada
particular que ese discurso refl eja de la realidad,
y descubrir en él las diversas intencionalidades e
ideologías que esconde y elegir aquellas que están
de acuerdo con nuestros pensamientos y valores.
De este modo, podemos estar en capacidad de
comprender diversas situaciones, tomar posturas,
hacer elecciones conscientes, que nos ayuden a
comprender y controlar la dirección que toma
nuestra vida. Capacidades que nos permitirán
pensar y actuar para vivir en democracia. Bien lo
afi rma Cassany (2006) al destacar el valor de la
lectura para la vida en democracia: “La democracia
se basa también en la capacidad de comprender, en
habilidades de lectura, comprensión y refl exión de
los ciudadanos” (p.48).
La lectura crítica requiere desentrañar la
signifi cación del discurso del autor, el signifi cado
que emerge, al poner en juego el pensamiento y el
lenguaje del lector, a partir de la relación recíproca
que establece con sus esquemas de conocimiento
(conceptos, concepciones, representaciones,
recuerdos, experiencias de vida y estrategias),
construidos en el transcurso de su vida, en relación
con las concepciones, imaginarios, opiniones y
valores de su comunidad, (Rumelhart, 1984), los
cuales utiliza como herramientas para seleccionar
la información, organizarla, establecer relaciones,
elaborar representaciones, atribuir signifi cado
y construirlo (Coll, 1991). Proceso para el cual
son imprescindibles las estrategias …“para
comprender tanto los implícitos de los enunciados:
la ideología del autor, sus referentes culturales o sus
procedimientos de razonamiento y construcción
del conocimiento como la propia estructura y
organización del texto (Cassany, 2004, p. 18).
Se requiere también conocimientos y estrategias
lingüísticas para reconocer el género discursivo;
asimismo, se necesita el desarrollo de una atención
respetuosa de lo diverso, de interés por el otro y de
respeto por los argumentos esgrimidos.
Todas estas habilidades y conocimientos
permitirán al lector identificar el sentido general de
las ideas, detectar las ideologías e intencionalidades
subyacentes. También le permitirán darse cuenta de
las opiniones presupuestas o rechazadas y formular (Figura 1) la lectura crítica como actividad cognitiva
su propia visión del contenido y tema tratado, así
como decidir qué tomar en consideración, qué
aplicar y qué desechar. De esta forma la lectura se
convierte en la herramienta útil que todo ciudadano
del presente y del futuro debe poseer. La figura 1
representa esta concepción de la lectura crítica
como actividad cognitiva.
Por consiguiente, la práctica de la lectura
crítica, promovida en todas las modalidades y
niveles educativos es una necesidad en el mundo
contemporáneo, para comprender e identifi car
el significado y la ideología de la diversidad de
discursos sociales significativos que a diario
se imponen frente a nosotros, permite además
asimilar valores trascendentes para convivir con
respeto, tolerancia y solidaridad en la sociedad
democrática.
Las reflexiones anteriores sobre la trascendencia de la
formación de lectores críticos para actuar con autonomía
en los nuevos contextos socioculturales han de conducir
al profesorado a reflexionar sobre cómo acompañar a
los estudiantes para que desarrollen competencias como
lectores críticos. Para ello, creemos necesario detenernos
previamente a considerar qué estamos entendiendo por
competencia.
Las competencias de lectura crítica
En la actualidad, ante el compromiso de alcanzar
una mayor calidad en los procesos educativos,
el concepto de competencia ha sido objeto de
Fuente: proceso de investigación
estudio y reflexión y está siendo considerado el
eje del diseño y desarrollo del currículo en diversos
escenarios educativos. Al respecto, Perrenoud (en
Zambrano Leal, 2002) afirma:
...una competencia es una capacidad de acción efi caz frente
a un conjunto de situaciones que uno logra dominar porque
se dispone, a la vez, de los conocimientos necesarios y de
la capacidad de movilizarlos positivamente en un tiempo
oportuno, para identificar y resolver verdaderos problemas.
(p. 9)
Dentro de esta perspectiva, Torrado (2000) se
refiere a competencias …“en términos de aquellas
capacidades individuales que son condición
necesaria para impulsar un desarrollo social en
términos de equidad y ejercicio de la ciudadanía”
(p.32).
De igual modo, para Bogoya (2000):
La competencia es la actuación idónea que emerge en
una situación concreta en un contexto con sentido. Es un
conocimiento asimilado con propiedad y el cual actúa para
ser aplicado de manera suficientemente flexible como para
proporcionar soluciones variadas y pertinentes (...) Se
expresa al llevar a la práctica, de manera pertinente, un
determinado saber teórico. Implica, en el plano formativo,
pensar en la formación de ciudadanos idóneos para el
mundo de la vida, quienes asumirán una actitud crítica ante
cada situación, un análisis y una decisión responsable y
libre y una idea de educación autónoma y permanente (pp.
11- 12).
Estas defi niciones sobre competencia aluden
al desarrollo de capacidades como denominadores
comunes de los aprendizajes y que se refi eren
al saber y al saber hacer. Zambrano Leal (2002)
por su parte, le atribuye a las competencias
tres características: se refieren a un contenido
preciso, son relativas a una situación dada y son
el resultado de una interacción dinámica entre
varios tipos de saber (conocimientos), saber hacer,
estrategias cognitivas y condiciones afectivas. En
virtud de lo cual, las competencias adquieren valor
en los procesos de formación por cuanto, como
argumenta este autor, armonizan estos procesos, en
la medida en que permiten sintetizar los objetos
epistémicos de las disciplinas y la interconexión de
saberes entre ellas, los comportamientos sociales
susceptibles de ser alcanzados por los sujetos en
contextos de competitividad; revelan el campo
complejo de las acciones individuales, potencian
las dinámicas comportamentales e incentivan los
procesos de transformación en los campos de la
producción, valorizan los influjos dialógicos entre
generaciones y propician la noción de pertenencia
y de producción de identidad.
No obstante este valor atribuido a las
competencias en la formación humana, los procesos
formativos deben propender hacia la búsqueda de
otra dimensión de la competencia que permita a
la persona consolidar una formación centrada más
en la capacidad crítica y ética que instrumental.
De este modo, ella podría alcanzar altos niveles de
análisis y de consciencia crítica, fundar sus valores
y actitudes en lo que es esencialmente humano,
promover una mirada ética y gestar la comprensión
de las relaciones hombre - comunidad y cultura
(Bruner, 1994; Freire, 1997; Zambrano Leal, 2002).
Las razones esbozadas nos permiten afirmar que el
tema de las competencias en el ámbito educativo
no corresponde a una moda. Se trata de impulsar la
transformación de los procesos educativos hacia la
formación de ciudadanos competentes.
Por consiguiente, encarar la responsabilidad de
desarrollar la comprensión crítica en la formación
de nuestros estudiantes, de manera explícita
y deliberada especialmente en los niveles de
educación media, diversificada y profesional y en
el nivel superior, aunque debe enfatizarse en todos
los niveles, supone comenzar por definir cuáles
son las competencias de lectura crítica y qué papel
han de jugar en el proceso de construcción de
interpretaciones y de significados.
Las competencias de lectura crítica se refieren
a qué tiene que saber hacer el lector crítico, cómo lo
tiene que hacer y por qué se le reconoce como lector
crítico.
Especial relevancia adquiere el dominio
por los estudiantes de conocimientos lingüísticos
y culturales, habilidades, actitudes, valores y
sensibilidades, situados en un contexto social
particular (Hymes, 1996; Vigotsky, 1985) que
conforman las capacidades cognitivas, valorativas
y afectivas para interpretar significados y reconocer
las intenciones del autor para desenvolverse como
lectores críticos y autónomos en la sociedad
actual.
En un intento de categorización de las
competencias requeridas para comprender críticamente nos fundamentamos para su
construcción en la propuesta de Freebody & Luke
(1990) y Luke & Freebody (1997) que ordena los
componentes de la alfabetización crítica en cuatro
dimensiones: descifrar el código de los textos
escritos; participar en la comprensión y composición
de significados; usar los textos funcionalmente en
variados entornos culturales y sociales, y fi nalmente,
analizar críticamente y transformar su significado, al
enfatizar sobre el conocimiento de que los textos no
son ideológicamente neutrales, sino que representan
puntos de vista particulares, los cuales contienen
valores, actitudes e ideologías que influyen en el
lector. Es importante destacar que la lectura crítica
demanda, necesariamente, el despliegue de sus
competencias en cada una de estas dimensiones.
Por razones socio-lingüísticas y pedagógicas
proponemos agrupar las competencias en cognitivas,
lingüísticas y discursivas, pragmáticas y culturales
y valorativas y afectivas, las cuales, en razón del
funcionamiento holístico del pensamiento y de
las emociones, pensamos que no son categorías
excluyentes, por el contrario, interactúan, se
complementan y se determinan mutuamente.
Competencias cognitivas
Son aquellas que favorecen la construcción
de significados al elaborar representaciones sobre
el contenido del texto. Para lo cual el individuo
requiere poner en juego los conocimientos
previos o esquemas y las estrategias como la
construcción inferencial, la formulación de
hipótesis e interrogantes, la comparación con
otras informaciones o con otros discursos; la
autoconfirmación y la autorregulación.
Todas estas
competencias se reflejan en la capacidad del lector
para acceder a la multiplicidad de textos escritos
existentes en el medio sociocultural, para lo cual
requiere:
• Identificar el tema, reconocer el contenido
del discurso, de acuerdo con la información
disponible y los esquemas activados en la
memoria.
• Realizar interpretaciones al identificar opiniones,
punto de vista e ideología; detectar ironías, doble
sentido, ambigüedad; formular inferencias,
construir representaciones y valorarlas.
• Activar concepciones, recuerdos, experiencias
enmarcadas dentro de su experiencia social y
cultural.
• Identificar los diferentes puntos de vista y las
intenciones del autor, así como los valores
e intereses que mueven a éste a construir su
discurso, para tomar conciencia del entramado
de conflictos y propósitos.
• Distinguir las voces aportadas en el discurso
(Bakhtín, 1981), con relación a las voces
manifestadas previamente sobre el tema. El
lector identifica las expresiones utilizadas,
recicladas o replicadas: citas directas.
• Evaluar la solidez y validez de los argumentos o
datos: Detectar incoherencias o contradicciones.
• Interrogar el texto y crear interpretaciones
abriendo un espacio en el cual se validan
las diversas perspectivas. El lector puede
preguntarse: ¿Qué significa para mí este texto?
¿Cómo me influye? ¿Qué dice explícitamente el
discurso? ¿Qué ideas están subyacentes? ¿Qué
me sugiere? ¿Cuál es su punto de vista y los
presupuestos implícitos en el discurso? ¿Cuál
es la intencionalidad del autor? ¿Cuál es mi
opinión sobre los planteamientos expuestos?
¿Comparto los razonamientos? ¿En qué
difiero?
Competencias lingüísticas y discursivas
Se refieren a la capacidad del lector para
identificar el género discursivo concreto que
propone el texto: su estructura, registro y estilo,
funciones y recursos lingüísticos, formas de cortesía
utilizados en el discurso escrito. Comprende:
• Poseer conocimientos sobre las características
gramaticales, discursivas y socioculturales del
texto: ámbito temático, tipo de texto, registro,
estructura, funciones;
• Reconocer la forma de organización de los
contenidos, según se trate de un chat, correo
electrónico, informe de investigación, ensayo,
artículo informativo, entre otros.
• Comparar y contrastar la estructura y formato
de textos impresos versus en formato online
y definir los factores que contribuyen a sus
similaridades y diferencias.
• Comprender las diversas posibilidades técnicas de los nuevos soportes en formatos y
herramientas electrónicas en que se presenta el
discurso.
• Interrogar el texto, preguntando ¿Cómo
funciona el texto? ¿Con qué estructuras,
unidades, componentes? ¿En qué se diferencia
este texto de otro presentado en formato online,
por ejemplo?
Competencias pragmáticas y culturales
Son aquellas que muestran la capacidad del
lector para identificar los propósitos del discurso,
sus usos y funciones, sus orígenes, de acuerdo
con el contexto sociocultural e ideológico en que
fue creado y formular propuestas o hacer uso de
las ideas y representaciones en variados entornos
culturales y sociales. Se trata de un dominio
acumulado de experiencias que permiten asociar
los diversos mensajes con la vida práctica y que
le ayudan a construir al lector el horizonte social,
siempre en relación con el otro.
Estas competencias son las que capacitan
al lector para tomar conciencia de los efectos
que provoca el discurso en diferentes contextos
socioculturales.
• Asumir la pluralidad de interpretaciones que
tiene el discurso y desarrollar la capacidad de
relativizar la interpretación personal que se da
en el discurso; reconocer las fronteras entre los
planos de lo que dice el texto, lo que el texto
presupone y lo que el lector aporta.
• Comprender que las funciones sociales y
culturales que tiene el discurso inciden en la
manera en que los textos son estructurados,
en su tono, en el grado de formalidad y en la
secuencia de sus componentes.
• Examinar en el texto asuntos relacionados con
el poder y con el modo como promueven la
justicia social. Analizar cómo la información
y el conocimiento que proporcionan los textos
permiten mantener los sistemas de opresión o
las igualdades sociales.
• Examinar y problematizar la información textual
y la visión que promueven. Reflexionar sobre
quienes se benefician de esos planteamientos y
puntos de vista y quienes se perjudican con
ellos.
• Identificar los referentes del autor, su nivel
cultural e ideología; el lugar, momento y
circunstancias de producción del discurso, las
influencias culturales y sociales del autor sobre
el discurso.
• El lector se pregunta: ¿Cuál es la ideología
que subyace en el texto? ¿Cuáles son las
representaciones establecidas sobre la
realidad (imaginarios, visiones, valores) que
reconstruye este discurso? ¿De qué manera
promueve valores ciudadanos como la justicia,
la tolerancia, la libertad, la democracia? ¿Qué
utilidad tiene este mensaje? ¿Cómo influye en
la vida social? ¿Con qué situaciones se vincula?
¿De qué modo me posicionan sus ideas? ¿Para
qué me sirve ahora o en el futuro? ¿Puedo hacer
uso de estos planteamientos en la solución de
problemas? ¿Cómo puedo ser tolerante con
estas ideas si no las comparto?
Competencias valorativas y afectivas
Son las que permiten reconocer y estimar el valor
del discurso, de los significados subyacentes y de
la ideología implícita para el hombre, la sociedad,
la cultura y, en definitiva, para la vida humana.
Estas competencias permiten también reconocer
las emociones del autor, al mismo tiempo que
descubre y hace consciente sus propias emociones,
suscitadas por la lectura y sus reacciones frente a
las ideas y planteamientos. Consisten en:
• Reflexionar y compartir ideas y percepciones
acerca de sus impresiones y apreciaciones del
contenido del texto leído.
• Apreciar el valor del mensaje, de las ideas en
las interacciones humanas, para disminuir
conflictos e incrementar ganancias.
• Mostrar atención respetuosa de lo diverso, de
interés por el otro, de tolerancia o respeto por
los argumentos esgrimidos, aun cuando no los
comparte.
• Desarrollar una actitud crítica frente a lo que
lee, para percibir y comentar lo que hay de
positivo, cuestionar aquellos planteamientos
con los que no coincidimos en principios y
valores y aceptar aquellos que pensamos son
útiles.
• Autorizarse a sacar provecho de lo que lee, de lo que coincide con sus valores e ideales, con
sus creencias y experiencias.
• Aprender a valorar las ideas para analizar y
determinar lo favorable y desfavorable que es
posible apreciar en ellas. Acompañar la crítica
con sugerencias o soluciones y el compromiso
de trabajar para alcanzarlas.
• Valorar la incorporación de la lectura crítica a
la vida para la satisfacción de necesidades,
desarrollo de la sensibilidad y el gusto estético.
• Apreciar cómo el desarrollar la capacidad crítica
lo ayuda a alcanzar una mayor comprensión del
mundo, de su entorno, de sí mismo y de los
demás.
El lector asume el rol crítico y valorativo al
preguntarse: ¿Cómo aprecio estas ideas? ¿Cuáles
son los valores y actitudes que promueve?
¿Cómo estos planteamientos e ideas influyen en
las interacciones humanas? ¿Cómo puedo sacar
provecho de lo que leo, si coincide con mis
principios, valores e ideales?
Lógicamente que para el enriquecimiento de
estas competencias, el docente tiene que aprovechar
todos los momentos y situaciones de aprendizaje
para trabajar con los alumnos la lectura de textos
en diversos formatos, la discusión y el diálogo
sobre las ideas, la elaboración de inferencias, la
conversación con el texto a través de preguntas,
comentarios y reflexiones escritas. En definitiva es
preciso convertir el aula, como lo afirma Lipman
(1998), en …“una comunidad de investigación,
en la que los estudiantes se escuchan los unos a
los otros con respeto, construyen sus ideas sobre
la de los demás, se retan los unos a los otros para
reforzar argumentos de opiniones poco fundadas,
se apoyan en los procesos inferenciales a partir de
lo que interpretan de sus lecturas, de lo que afirman
y de sus elaboraciones” (p. 57).
En el entorno académico, para que el profesor
pueda realizar este acompañamiento es también
importante que se proponga reducir esa gran
distancia entre las actividades de aprendizaje que se
ofrecen y las necesidades reales que los estudiantes
requieren satisfacer a través de la lectura.
Para impulsar el desarrollo de todas estas
capacidades individuales que los formen como
ciudadanos críticos, más humanos y competentes en
el ejercicio de sus derechos civiles, a continuación
presentamos algunas recomendaciones pedagógicas
para la comprensión crítica:
• Hacer de la lectura una actividad esencial
en el aprendizaje, que forme parte de la vida
académica cotidiana, como vía de acceso a la
información, como fuente de enriquecimiento
de competencias, sensibilidades, visiones del
mundo y valores.
• Favorecer el acceso permanente a prácticas
de lectura diversas en contextos culturales
también diversos, de modo que sea posible
utilizar textos escritos de diferentes géneros y
en diferentes portadores, y recurrir a ellos para
satisfacer motivos y expectativas.
• Mostrar al estudiante una concepción más
relativista del conocimiento, de la percepción
de la realidad y del papel del discurso en la
comunicación. De este modo, podemos hacer
comprender al estudiante, como sostiene
Cassany (2006) que:
...el discurso no posee conocimiento en sí, sino que éste
emerge, al entrar en contacto con los significados que
aporta cada comunidad a través del lector. El conocimiento
es siempre cultural e ideológico; no existen realidades
absolutas o relativas (...). El significado es siempre múltiple,
situado cultural e históricamente... (pp. 81-82)
• Proporcionar a los estudiantes distintos enfoques
para analizar y aprender acerca de un mismo
tema; ayudarlos a reconocer puntos de vista
diferentes, analizarlos para identificar dónde
están las diferencias; incitarlos a consultar más
de una fuente para ampliar la información;
orientarlos para interrogar los textos e identificar
el punto de vista del autor y cotejarlo con
otras perspectivas; ayudarlos a construir sus
propios puntos de vista, al orientar su reflexión
y evaluación sobre los conocimientos que van
construyendo; organizar foros para debatir
puntos de vista y perspectivas diferentes.
• Estimular a los estudiantes para realizar
consultas de materiales en la web; propiciar
la lectura de diversos materiales de los cuales
requieren identificar la estructura interna para
elaborar esquemas de su contenido y además escribir textos utilizando la estructura interna
de un texto publicado y leído.
• Comprometer a los estudiantes en la evaluación
de sus logros y en la búsqueda de estrategias
para avanzar en el desarrollo de competencias
de lectura crítica.
• Ofrecer experiencias de lectura crítica en las
que los estudiantes se conviertan en usuarios
de los conocimientos lingüísticos y de los
conocimientos discursivo-textuales: tipos de
texto, el género discursivo, el estilo, la estructura,
el desarrollo argumental, su marco históricocultural,
necesarios para la formulación de las
expectativas sobre el texto que lee.
Estas son algunas sugerencias para la formación
del lector crítico. Son orientaciones que pueden
ayudar a la comprensión. No son recetas a seguir,
son posibilidades y recursos que los lectores pueden
elegir cuando lo consideren oportuno.
Reflexiones finales
En el ámbito educativo el reto del trabajo en
el aula, independientemente de la disciplina, ha
de ser formar lectores competentes como garantía
para cultivar en los estudiantes la conciencia
crítica y el espíritu científico, capaces de examinar,
valorar, asociar, interpretar y argumentar con
adecuación y pertinencia, la significación que el
discurso contiene. Orientar a los estudiantes para
que descubran el poder que el discurso encierra,
que comprendan que éste no refleja la realidad
de modo objetivo, que sólo refleja la visión de la
realidad del enunciador en un lugar y momento
particular, es tarea de todos los profesores y es una
importante responsabilidad de todos.
Entendemos que no resulta fácil para el
profesorado asumir esta responsabilidad de
incorporar, en su itinerario de trabajo en el aula,
estrategias que favorezcan el desarrollo de la
comprensión crítica. No obstante, es fundamental
considerar esta tarea, de modo que permita alcanzar
ese equilibrio entre leer para ejercer nuestros
derechos y deberes en democracia y leer para
aprender y enriquecer experiencias de aprendizaje
del área de conocimiento específica que enseña.
Sin duda, si incorporamos la lectura crítica en
nuestro quehacer, la una se nutre de la otra y se
desarrollan mutuamente. En consecuencia, se hace
imperioso en nuestra práctica entender que la
función primordial de las instituciones educativas
en todos los niveles y modalidades ha de ser el
enriquecimiento del individuo en sus experiencias,
pensamientos, afectos y valores, al mismo tiempo
que impulsar la preparación para la asimilación
de la cultura y para las exigencias del mundo
ocupacional.
Insistimos, es una tarea insoslayable en esta
hora, si apostamos por una formación integral de
nuestros estudiantes como ciudadanos críticos y
autónomos. Esto les permitirá utilizar la lectura
como instrumento para acceder más críticamente
al conocimiento propio del área disciplinar; como
herramienta de interpretación del mundo y como
medio para el ejercicio de los derechos y deberes
como ciudadano.
Pensamos que ésta no es una tarea
difícil si los profesores tomamos consciencia de su
importancia para el enriquecimiento y desarrollo de
estas capacidades. Es preciso para ello convertir el
aula y otros ambientes de aprendizaje en un forum
abierto de reflexión, debate, cuestionamiento y
contrastación de las diferentes perspectivas en
torno a problemas de la vida, a los específicos del
área de formación profesional y de aquellos propios
de la sociedad postmoderna.
Si educamos en la lectura para la comprensión
crítica estaremos facilitando a los estudiantes los
instrumentos para incursionar en el vasto y dilatado
mundo del conocimiento, para que desarrollen
un pensamiento complejo como instrumento
inmejorable, como bien lo afirma Pérez Gómez
(1997), para …“provocar la subjetivación, es decir,
la emergencia del sujeto capaz de convertirse en
agente consciente de interpretación, creación y
transformación de la vida y la cultura” (p. 63),
preparado para participar con plena libertad y
autonomía en el quehacer de la ciudadanía. Ésta es,
indudablemente, labor indeclinable de la educación
y de todos los profesores para hacerla realidad.
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