La literatura posibilita la expansión y conocimiento de otros mundos. Enseñar la
literatura ha constituido una labor titánica de la escuela, tarea, por lo demás,
parecida a un juego de azar: no se sabe cuándo se va a acertar en su correcto
aprendizaje.
La escuela, como una formadora de sujetos y a la vez reguladora de una
sociedad, tiende a delimitar el objeto literario como una imposición,
contribuyendo a que el libro sea un sinónimo de pereza y tedio en nuestra
sociedad. Pero, el acto de leer implica más que la comprensión y estudio de
una obra de literatura. Desde la invención del libro, la lectura se convirtió en un
acto privado, de experiencias individuales y de procesos particulares; por ende,
ella ayuda a cada persona en la configuración de su mundo particular y de
cosmovisión de la sociedad que lo rodea, contribuyendo a expresiones de
libertad y de aporte al engranaje social, lo cual es uno de los objetivos de la
educación: crear un hombre útil a la comunidad.
La literatura, además, posibilita la creación y conocimiento de mundos posibles
que incentivan la imaginación, invitan a conocer aspectos históricos y de otras
culturas, cultivando el intelecto y aportando al desarrollo de los procesos de
lecto-escritura, ya que leyendo también se aprenden reglas sintácticas y
gramaticales de una lengua, tan necesarias en la escuela y en la vida cotidiana.
La lectura, cuando es un proceso individual, nos permite crear un mundo
particular que nos desconecta de la realidad olvidando tiempo y espacio, pero
para desconectarse de esa realidad es necesario conocerla muy bien y para
esto la escuela es clave, ya que ella es una micro sociedad regulada, limitada y
discursiva donde converge el pensamiento humano.
Es pues, la enseñanza escolar, a pesar de sus limitaciones, la llamada a
incentivar al alumno en la construcción de sujetos autónomos que respondan a
las necesidades de su época y de su sociedad.
La literatura, por su lado, es un
eje impulsador de este engranaje para lograr responder a unas políticas y a las
exigencias y gustos de cada alumno con el ánimo de lograr personas
integrales. El profesor de literatura será el encargado de llevar al alumno por
estos mundos posibles de la mano de las letras y lograr que ellos también se
apasionen con un mundo lleno de posibilidades y sueños: la literatura.
Arbey, M. Edisson. Literatura y Educación. Somos palabra, Universidad de Antioquia.
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